Una divertida y pequeña animación que nos invita a no desaprovechar ninguna oportunidad que tengamos para ayudar al prójimo.
Un hombre pasa su día como cualquier otro, preocupándose solamente por sí mismo y haciéndose a un lado cada vez que algo lo pueda llegar a incomodar y sacar de su rutina. Hasta que una viejita, sin ningún tipo de reparos, decide que este hombre es quien la va a ayudar…
Un pequeño video que nos recuerda que incluso las más pequeñas acciones pueden ser significativas.
Además, nos muestra que el ‘dar una mano’ no solo es bueno para los demás o para la sociedad en general, también para uno mismo, pues conlleva una recompensa interior que muchas veces es imperceptible a simple vista.
Y, obviamente, un divertido final en el que nuestro protagonista reconoce a su yo antiguo y prepara una simple y curiosa estrategia para compartir aquella lección que él mismo ya aprendió: a veces se necesita de un pequeño empujón para animarse a ayudar.