¿Te has preguntado que hacen los monjes cuando no están rezando? Pues si se lo preguntas a los monjes de la abadía de Subiaco, la respuesta es fácil: cultivar habaneros para preparar su famosa ‘Salsa del Monje’.
Una tradición que empezó en el 2003 cuando el Fr. Richard Walz regresó a la Abadía de Subiaco en Arkansas tras haber vivido una temporada en Belice. En el país latinoamericano aprendió a cultivar y cosechar el chile habanero, así como recetas tradicionales para fabricar salsas picosas. Cuando tuvo que regresar a su país, decidió llevarse un pequeño recuerdo: semillas de habanero.
Así, los monjes benedictinos comenzaron a sembrar en su jardín las semillas de habanero, a lado de otros cultivos que utilizan como parte de su dieta. El primer año del experimento, lograron cultivar habaneros suficientes para producir 530 litros de salsa. La mayoría lo regalaron a amigos y conocidos del monasterio, pero era tanta salsa que decidieron vender lo que les sobraba.
La salsa fue ampliamente aceptada por la comunidad, y se volvió tan popular que los monjes abrieron su propia página de internet para vender su salsa. Las ventas crecieron a nivel nacional e internacional.
A la típica salsa roja de habanero, producida con los chiles maduros, pronto se le unieron otras variedades, como la salsa verde, producida con habaneros inmaduros, o la recién estrenada salsa ahumada, en la cual los chiles se colocan en capas en un horno de ladrillos y se ahúman lentamente con fuego de leña para obtener el mejor sabor posible.
¿El secreto de su sabor? La receta que usan combina cebollas, ajo, zanahorias, vinagre y sal (además de unas cuantas oraciones) para robustecer el sabor. Además, cada botella contiene aproximadamente de 12 a 14 chiles en su interior, dándole un picor característico. Como punto de comparación, la ‘Salsa del Monje’ alcanza las 250,000 unidades de calor en la escala de Scoville (que mide la cantidad de capsaicina, la sustancia responsable del picor al comer chile), mientras que la salsa ‘Tabasco Habanero’ apenas ronda las 7,000 unidades.
Aunque algunas personas han pedido que se altere la receta de la salsa para hacer una versión más ‘suave’, la respuesta ha sido clara. No solamente consideran que no hay algo así como un habanero ‘suave’, sino que, al bajar la cantidad de chiles utilizados, no solo bajaría el picor, sino que también se perdería parte del característico sabor otorgado por los habaneros cultivados en el monasterio.
Actualmente, en sus tiempos libres, los monjes cultivan y cosechan alrededor entre 300 y 600 habaneros anualmente. Y aunque disfrutan de su trabajo con la tierra, reconocen que siempre habrá una actividad mucho más importante para ellos: “Si las campanas suenan para rezar, dejas todo lo que estás haciendo, hallas terminado o no (…) Para nosotros, hay tiempo libre, y hay balance en la vida. La oración es nuestro trabajo principal, y todo lo demás es secundario”.