Me parezco a…

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¿Cuántas veces hemos visto cómo llegan los familiares y amigos de visita al hospital para ver al nuevo bebé… al recién nacido?

 

Y te has fijado cómo comienzan a decirse unos a otros: “mira cómo se parece al papá”; “no, tiene los ojos de la abuelita”; “pero mira, si su sonrisa es la de la mamá!”… Y así, mil parecidos salen de improviso…

Pues bien, ahora imagínate qué hermoso sería que la gente al verte, al escucharte, al seguirte… pudieran decir: “Mira cómo se parece a Cristo!”; “Mira sus gestos, sus palabras, su comportamiento… es idéntico a Él!”

Esto para el hombre es imposible… pero para Dios nada es imposible!

Lograr esta imagen de Él en nosotros, no es una carrera, no es una competencia; no es, en otras palabras un “voluntarismo desencadenado”, sino más bien un “abandono a Su Amor y a Su Gracia”, dejar que sea Él quien modele nuestra vida… Con una confianza absoluta en que Él siempre quiere lo mejor para nosotros…

Te comparto, pues, la oración de Charles de Foucauld. Es la oración de la confianza y del abandono de quien se sabe hijo en el Hijo y muy amado por el Padre, en quien tiene puestas todas sus complacencias!

“Padre, me pongo en tus manos,
haz de mí lo que quieras,
sea lo que sea, te doy las gracias.
Estoy dispuesto a todo,
lo acepto todo,
con tal que Tu Voluntad se cumpla en mí,
y en todas tus criaturas.
No deseo nada más, Padre.
Te confío mi alma,
te la doy con todo el amor
de que soy capaz,
porque te amo.
Y necesito darme,
ponerme en tus manos sin medida,
con una infinita confianza,
porque Tú eres mi Padre.”

Que Dios te bendiga
Tu amigo Zurc0

Modificado por última vez en Viernes, 24 Septiembre 2010 18:42
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