La discapacidad no impide que este dúo de padre e hijo hagan lo que más le gusta juntos: correr maratones.
José Manuel Roas Treviño y su esposa Maite han recibido como bendición la llegada de cada uno de sus 5 hijos. Sin embargo, las cosas no siempre han sido fáciles para la familia, pues el cuarto hijo del matrimonio, Pablo, nació muerto. "Incluso lo bautizamos allí,” dijo su madre. “Pero minutos después, los riñones empezaron a funcionarle y, aunque con problemas, siguió viviendo".
Entre los problemas con los cuales vive Pablo se encuentran el síndrome de West, una rara enfermedad epiléptica, y parálisis cerebral, por lo cual Pablo no puede hablar ni caminar.
Sin embargo, esto no le ha impedido participar en 6 maratones: 3 en Sevilla, 2 en Madrid y 1 en Nueva York. Claro que para ello necesita la ayuda de su padre, quien empuja su silla de ruedas en cada carrera, y quien fue el de la idea de interesar a Pablo en este deporte.
“No recuerdo cuando empezamos a correr juntos. Sé que la primera vez era en verano, yo estaba preparado para salir a correr, pero ni mi mujer ni mis hijos podían quedarse cuidando de Pablo. Entonces decidí que podía llevármelo” recordó José Manuel Roas. Cuando vio que su hijo se erguía en su silla para ver sus alrededores, se convenció de que la experiencia sería placentera para los dos; no se equivocó, pues al poco tiempo Pablo estaba levantando sus brazos, riendo y gritando para expresar su felicidad.
Así comenzó una tradición para padre e hijo, corriendo juntos, en una experiencia en la cual el padre no deja de ver la mano de Dios, pues a pesar de que no desconocen el dolor, este “es un sufrimiento del que uno saca mucho más de lo que uno pierde. Y Dios está cerca de los débiles y Pablo, sin duda, es el débil por excelencia”.
Pues, aunque “hay días durísimos, como nunca pensé en la vida, pero es verdad que después se descubre quién es uno mismo y también quién es Dios, que es ese que hace las imposibles, posibles” asegura José Manuel Roas Treviño.
“Sí, precisamente por Pablo creemos en Dios, porque vivimos un imposible. Somos una familia normal que nos peleamos todos los días y tenemos nuestras cosas… pero donde se pone Pablo, terminan nuestras diferencias. Es lo que más nos une, por eso Pablo para nosotros es una bendición, es nuestro punto de unión (…) En él encontramos cosas que no hay en ningún otro sitio como el amor y el perdón de la manera más pura”.
Fuentes
La inspiradora historia de un padre que corre maratones con su hijo con discapacidad
¡Increíble! Padre corre una maratón con su hijo en silla de ruedas
La gran historia de Pablo y José Manuel Roas