Sin la cabeza, el desorden se apodera de toda la persona... Y finalmente, todo el trabajo se reduce a la nada (Card. Van Thuan).
En el camino de la esperanza se necesitan «dirigentes», es decir, guías. También se les llama jefes. Su misión es la de ir a la cabeza. Si la cabeza no piensa, los miembros se desparraman, las convicciones se desfondan, se agota la energía y el desorden se apodera de toda la persona. Y finalmente, todo el trabajo se reduce a la nada (Card. Van Thuan).
Un dirigente desinteresado y humilde trabaja para su sucesor, sea quien sea. Pon mayor empeño en llevar a cabo la obra emprendida que en buscar tu renombre y tu interés personal. (Card. Van Thuan).
El cardenal Roques, arzobispo de Rennes, se convirtió en el acérrimo defensor de la enseñanza libre católica, después de la segunda guerra mundial. El estatuto escolar de la enseñanza se basaba en un principio injusto: que todos los ciudadanos, gracias a sus impuestos, tenían derecho a recibir el servicio de la educación nacional. Pero sólo los alumnos de las escuelas públicas se beneficiaban de la gratuidad. Los que, en nombre de la libertad, elegían estudiar en colegios privados quedaban excluidos de ese beneficio y tenían que pagar los gastos de la educación y de los estudios.
El cardenal se ofreció para lograr que se suprimiese esa clamorosa injusticia. Llevado ante los tribunales, no dudó en presentarse, feliz de esa oportunidad que se le ofrecía de proclamar desde lo alto de esa tribuna pública los derechos de la justicia y de la igualdad de todos los ciudadanos. Su valiente actitud no lo llevó únicamente a ganar el pleito, sino que siguió luchando por una mayor justicia en el campo de la educación.
De esa manera, el cardenal inscribió su nombre, junto al de otros hombres célebres, entre los defensores del derecho de los ciudadanos a la educación en sus países.