
La familia es vínculo de unión entre Dios y cada uno de los miembros que la componen.
La familia es una célula de la Iglesia. Esta verdad pone de manifiesto el carácter sublime de la familia y nos señala cuál es su misión:
- La familia perpetúa en el mundo la Iglesia fundada por Jesucristo.
- El verdadero señor de la familia es Dios que vive en ella.
- El ejercicio de la función sacerdotal de la familia lo detenta el padre.
- La vida de cada día en la familia es un testimonio de la presencia de la Iglesia.
- El esfuerzo de la familia por acercarse a Dios contribuye al perfeccionamiento de toda la Iglesia.
- La familia es vínculo de unión entre Dios y cada uno de los miembros que la componen (C. E. 494).
El primer seminario, el primer noviciado, la primera escuela es la familia cristiana.
Ningún director de colegio, por capaz y experto que sea, podrá sustituir a los padres.
Si este fundamento básico se tambalea, se pone en juego el porvenir de la Iglesia y el de la humanidad.
El día en que cumplió cincuenta años, escribía Juan XXIII a sus padres: «Queridos padres, hoy cumplo cincuenta años. El Señor, en su bondad, me ha confiado muchas responsabilidades en su Iglesia. Me ha hecho conocer muchos países y leer muchos libros. Pero en ninguna escuela he aprendido nunca tanto como en los años en que me sentaba sobre vuestras rodillas» (C. E 505).
¿Cómo pudo santificarse el rey de Francia Luis IX entre los honores y las riquezas de la monarquía en aquella primera mitad del siglo XIII?
Tuvo por madre a Blanca de Castilla, un auténtico modelo de madre cristiana y de santa en la corte. Luis era un rey amado por su pueblo, por los pobres de su pueblo y por todos aquellos a quienes los demás hacían algún daño. También él fue un modelo de rey. Nunca olvidó el siguiente consejo de su madre: «Luis, hijo mío queridísimo, sabes bien cuánto te quiero. Pero preferiría mil veces verte caer muerto en mi presencia a verte cometer un pecado mortal».