Aunque en México se han hecho avances para combatir la mortalidad materna, la desigualdad social en ciertos estados del país aún cobra sus víctimas, por lo que un estudio multidisciplinario se propuso a encontrar los factores que pueden ayudar a prevenir esta tragedia.
La mortalidad materna es un problema grave dentro del ámbito de la salud pública, debido a que, a nivel mundial, sigue siendo la causa principal de muerte entre mujeres en edad reproductiva. Además, afecta a los pequeños, porque estudios demuestran que los infantes que han perdido a su madre de esta manera tienen 10 veces más probabilidades de fallecer durante los primeros 2 años de vida.
Aunque en México se han dado avances importantes en el tema, pasando de un promedio de 88.7 defunciones por cada 1,000 habitantes en 1990 a 34.6 defunciones por cada 1,000 habitantes en 2017, aún falta bastante por hacer, pues en algunos estados de la República reportan cifras mucho más elevadas que el promedio nacional.
El estado con mayor número de defunciones por mortalidad materna es Chiapas (68.5 por cada 1,000 habitantes), seguido por Nayarit (66.9 por cada 1,000 habitantes), Guerrero (49.5 por cada 1,000 habitantes), Oaxaca (48.6 por cada 1,000 habitantes) y Campeche (46.5 por cada 1,000 habitantes).
Ya que, en la mayoría de los casos, la mortalidad materna es prevenible, es importante identificar las principales causas de defunción. Con esta finalidad, el director del Instituto MELISA (acrónimo de investigación científica y epidemiología molecular para la vida), Elard Koch, epidemiólogo molecular y doctor en ciencias biomédicas, encabezó una investigación multidisciplinaria “para investigar los determinantes de la salud materna, embrionaria y fetal desde una perspectiva epidemiológica y biológica”.
Los resultados, publicado en la revista británica British Medical Journal (BMJ Open) bajo el nombre “¿Cómo reducir la mortalidad materna en México?”, son bastante claros: “Entre las medidas más importantes para disminuir la mortalidad materna se encuentran el acceso a la atención prenatal, los cuidados de emergencia obstétrica, la asistencia profesional del parto, el acceso al agua potable y el aumento en la educación de las mujeres”.
Otro resultado que llamó la atención de los investigadores fue que “en los estados donde está penalizado el aborto hay menos mortalidad materna que en donde sí se permite”. O, en otras palabras, “no es necesaria la despenalización del aborto para que los índices de muertes maternas bajen, ya que pasa todo lo contrario”.
Además, resaltan el hecho de que “aunque los estados (mexicanos) menos permisivos exhibieron tasas de mortalidad materna consistentemente más bajas, este descubrimiento no fue explicado por la legislación del aborto en sí. Más bien, estas diferencias se explicaron por otros factores independientes, que parecían tener una distribución más favorable en estos estados”.
Por ello, el estudio pide revisar ciertas políticas públicas, resaltando el “aumento de un modesto cinco por ciento en la asistencia profesional del parto”, “incrementar las unidades obstétricas de emergencia” y “aumentar el acceso a la educación”, así como asegurar el acceso al agua potable, pues el uso de agua contaminada aumenta el riesgo de infecciones tras el parto.
De esta manera, se prevé combatir a este mal social y de salud pública.