Estos días he vuelto a leer una homilía de Navidad del Predicador del Papa que había leído años atrás que termina con una historieta de Navidad que me ha llegado muy profundamente. La historieta es la siguiente: “Entre los pastores que acudieron la noche de Navidad a adorar al Niño había uno tan pobrecito que no tenía nada que ofrecer y se avergonzaba mucho. Llegados a la gruta, todos rivalizaban para ofrecer sus regalos. María no sabía cómo hacer para recibirlos todos, al tener en brazos al Niño. Entonces, viendo al pastorcillo con las manos libres, le confió a él, por un momento, a Jesús. Tener las manos vacías fue su fortuna”.