
A unos días de celebrar la Fiesta de Todos los Santos, los aparadores en la mayoría de las tiendas, parecen empeñarse en hacernos creer que no es la Vida, sino la muerte lo que debemos celebrar…
Así, han llenado nuestras calles e infinidad de fachadas, con figuras sicodélicas y monstruosas… Figuras que llegan a confundir la maldad con lo divertido…
Por eso es importante retomar el sentido de “celebrar”: no es sólo hacer “pachanga” o divertirse por divertirse. Celebrar es mucho más: Es alegrarnos por algo grande, por algo que nos hace bien, que nos lleva a una verdadera felicidad y gozo…
Y esto es celebrar a todos los santos: Llenarnos de alegría y esperanza porque el triunfo de Cristo se ha manifestado en las vidas de miles y miles de personas, que ahora gozan de la presencia de Dios.
Celebrar el triunfo, la Gloria y la Fidelidad de la Promesa de Dios hecha a la humanidad en Cristo Jesús:
“… porque voy a prepararles un lugar. Y cuando haya ido y les haya preparado un lugar, volveré y los tomaré conmigo, para que donde esté yo estén también ustedes.” (Juan 14, 2-3)
Celebrar a todos los santos nos ayuda a cantar de gozo por las maravillas que Dios ha realizado en nuestras vidas.
¿Cómo celebrarlos?
Hay muchas maneras que pueden ser divertidas. Por ejemplo una fiesta de disfraces de santos… ¿Raro? Si algunos se disfrazan de muertos, ¿No podremos nosotros disfrazarnos de vivos? Y qué vivos!
Otra manera es “encontrarnos con ellos en la oración”, y pedir su intercesión y compañía… Ellos ya vencieron, ya recibieron la corona del triunfo… ya miran “cara a cara” a nuestro Dios… “sus vestiduras han sido blanqueadas en virtud de la Sangre del Cordero…”
Si en el mundo hay algunos que susurran que son hijos de la muerte, ¿No podremos gritar nosotros que somos hijos de la Vida?