El antídoto para el egoísmo

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El egoísmo aleja al hombre de la felicidad, de la fe y del verdadero amor. Por fortuna existe un remedio, aunque no resulte fácil: tomar la cruz y seguir a Jesús.

“Jesús nos dice que, para seguirlo, para ser sus discípulos, es necesario renunciar a nosotros mismos, o sea, renunciar a las pretensiones del orgullo propio, egoísta… y tomar cada quien su propia cruz”, aseguró el Papa Francisco.

Luego añadió: “Entonces también (Jesús) nos da una ley fundamental. ¿Y cuál es esta ley? ‘El que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por mí y por el Evangelio, la salvará’”.

Aunque pareciera un mensaje contradictorio, podemos ver que hay verdad en estas palabras. Si seguimos el camino del egoísmo, terminaremos “buscando la felicidad en las cosas materiales, o en las personas que tratamos como objetos”. Este comportamiento solo deja un vacío en los corazones de los hombres, por lo cual siempre siguen en la búsqueda de tener más.

Sin embargo, aquel que deja atrás a su propio yo, demuestra una fe “marcada por el amor de Dios, por una gran vida, por una vida con mucho amor por el prójimo”.

Esta fe va de la mano con la relación que se tiene con Jesús. “El Señor quiere que sus discípulos de ayer y de hoy establezcan con Él una relación personal, y lo acojan así al centro de sus vidas. Por este motivo los exhorta a ponerse con toda la verdad ante sí mismos y les pregunta: ‘Pero vosotros, ¿quién decís que soy yo?’. Jesús, hoy, nos vuelve a dirigir esta pregunta tan directa y confidencial a cada uno de nosotros: ‘¿Quién soy yo para ti?’”.

“Cada uno de nosotros está llamado a responder, en su corazón, dejándose iluminar por la luz que el Padre nos da para conocer a su Hijo Jesús. Y puede sucedernos a nosotros lo mismo que le sucedió a Pedro, y afirmar con entusiasmo: ‘Tú eres el Cristo’”.

Hay que recordar, sin embargo, que el éxito que el mundo promete no es el éxito que Jesús nos da. “Cuando Jesús nos dice claramente lo que les dijo a sus discípulos, que su misión no se cumple en las anchas vías del éxito, sino en el arduo camino del sufrimiento, la humillación, y el rechazo (…) En esos momentos, también nosotros merecemos el sano regaño de Jesús: ‘¡Apártate de mí, Satanás! Porque tú no juzgas según Dios, sino según los hombres’”.

Aunque no sea un camino fácil, tampoco es imposible: “lo demuestran los testimonios de los santos”, aseguró el pontífice, recordando como ellos demostraron que “la profesión de fe en Jesucristo no puede quedarse en palabras, sino que exige una auténtica elección y gestos concretos, de una vida marcada por el amor a Dios y al prójimo.”

Por ello debemos “recordar que nuestra vocación más profunda es el amor, porque estamos hechos a imagen de Dios, que es amor”.

“Solamente podemos encontrar la felicidad cuando el amor, el verdadero amor, nos encuentra, nos sorprende y nos cambia. ¡El amor lo cambia todo! Y el amor también puede cambiarnos, a cada uno de nosotros.”

Fuentes

Pope Francis: Discipleship takes sacrifice

Papa Francisco: Una fe que se reduce a fórmulas prefabricadas es una fe miope

El Papa: Para seguir a Cristo hay que renunciar al egoísmo

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