Si el Señor sólo nos hubiera mandado amarlo a Él, la cosa sería más fácil. Pero añadió el mandamiento de amar al prójimo, ...
Si el Señor sólo nos hubiera mandado amarlo a Él, la cosa sería más fácil. Pero añadió el mandamiento de amar al prójimo, y nos dijo que esto era tan importante como amarlo a él. Y para mucha gente ¡eso complica las cosas! (C. E. 774).
Por más perfecta y resistente que sea una máquina, si no le echas aceite, acabará averiándose. No olvides echarle el aceite de la caridad, si quieres que funcione bien y sin fallos(C. E. 791).
Repite esto sinceramente una y otra vez: «A nadie considero como enemigo, ni siquiera a los que más me odian, ni a los que me persiguen, ni a los que se declaran como mis enemigos mortales. A todos los considero como hermanos» (C. E. 792).
Se compran columnas en los periódicos para presumir de talentos imaginarios, para divulgar méritos completamente inventados, para denunciar crímenes inexistentes de los adversarios. ¿También tú quieres echarle polvo a Dios a los ojos? (C. E 794).
Una comunidad de religiosas encontró un medio para enseñar a sus miembros a mirarse unas a otras y a vivir juntas con la mayor caridad: el juego de los retratos.
Reunidas en la sala de juegos, sacaban al azar el nombre de una hermana. La que le tocaba tenía que salir de la sala. Durante ese tiempo, las otras se esforzaban por descubrir sus cualidades, sus aptitudes, sus mejores inclinaciones, en una palabra todo lo que podía convertirla en útil y preciosa, pero también sus carencias y defectos más notables... Una de ellas, que hacía de secretaria, resumía por escrito lo que se decía de la ausente. Cuando estaba terminado el retrato, la interesada volvía a entrar en la sala para escuchar lo que habían dicho de ella.
Como todas se habían comprometido a no revelar jamás el nombre de las que habían dicho esto o aquello, el retrato así pintado tenía todas las probabilidades de ser bien aceptado por las interesadas. Con ello, la comunidad conseguía que las hermanas se conociesen mejor unas a otras y se perfeccionasen fraternalmente sin cesar.