Sólo se comprende una verdad cuando se intenta estudiarla. Pero se la comprende con mayor profundidad cuando se intenta defenderla (Card. Van Thuan).
Para revolucionar el mundo, necesitas la gracia de Dios; pero tienes que ser también su instrumento intachable (Card. Van Thuan).
«La pereza es la madre de todos los vicios». El apóstol no conoce la pereza. No hay apóstoles «jubilados». Sólo hay apóstoles que adaptan su trabajo a sus fuerzas del momento (Card. Van Thuan).
La Iglesia vive en medio del mundo. Todos los conocimientos y los avances científicos pueden utilizarse para exponer y defender la verdad. Cuanto más culto seas, más eficazmente servirás a la Iglesia (Card. Van Thuan).
Sólo se comprende una verdad cuando se intenta estudiarla. Pero se la comprende con mayor profundidad cuando se intenta defenderla (Card. Van Thuan).
Todos los santos se esforzaron con todas sus fuerzas y de manera eficaz por hacer que dieran fruto los talentos que el Señor les confió para servir su Iglesia y a las almas. Los que no recibieron más que un talento tuvieron que sufrir humilde y penosamente para responder a la llamada del deber.
San Juan María Vianney, como hemos visto, si accedió al sacerdocio, fue sólo por compasión hacia su piedad y su fuerza de voluntad. Pero cuando lo pusieron al frente de una parroquia, trabajó con toda el alma por la salvación de sus fieles. «Si hubiese en el mundo dos como tú, nosotros estaríamos en paro», le dijo un día Satanás. Todos los lunes, traía a la sacristía papeles y lápiz para preparar la homilía del domingo siguiente. Incluso se procuraba libros para estudiar y ponerse al día. Aún conservamos de él preciosamente una biblioteca bastante buena.
San José de Cupertino sufrió durante toda su vida de estudiante porque no conseguía resultados satisfactorios. Los superiores, que conocían sus grandes virtudes, recurrían a veces a subterfugios para ayudarlo a aprobar los exámenes. En un examen en presencia del obispo, pusieron en fila a los candidatos para hacerles las preguntas del examen. Los primeros tenían respuesta para todo, con gran satisfacción del obispo que quiso preguntar a los últimos de la fila. Estos no lo hicieron peor que los primeros. Como los de cabeza y los de la cola estuvieron inmejorables, el obispo dispensó del examen a los del medio, entre los que se había deslizado José de Cupertino... Este dio un «uff» de alivio, como se puede imaginar. Ya sacerdote, se santificó salvando almas. En Europa, ha sido elegido como patrono de los que se presentan a exámenes y a oposiciones, para que los ayude a tener la misma suerte que tuvo él.
Junto a estos santos que tuvieron que bregar durante toda su vida para estar al nivel de su misión, muchos otros brillaron también por sus virtudes y su talento.
San Juan Bosco puso su inteligencia y sus brillantes cualidades al servicio de los jóvenes y de los adultos de su tiempo, para preservarlos de las tentaciones y de los errores de su época.
San Maximiliano Kolbe se especializó en el apostolado de la prensa, en Japón y luego en Polonia, su patria, cuando tuvo que quedarse por enfermo en Polonia.
San Alberto el Grande, una estrella del siglo XIII formada en la universidad de Padua y luego en Colonia, llegó a ser un gran maestro del pensamiento teológico y filosófico, sobre todo en la Sorbona (París). Murió en el 1280 a los ochenta y siete años, y dejó un auténtico tesoro de conocimientos universales. En 1942, Pío XI lo proclamó doctor de la Iglesia y patrono de los especialistas en ciencias naturales.
Santo Tomás de Aquino, su antiguo alumno, doctor también de la Iglesia, recibió el sobrenombre de «doctor angélico» y es el patrono de los colegios católicos y maestro del tomismo, base fundamental de la filosofía y de la teología de la Iglesia. Dotado en su familia de una capacidad intelectual excepcional, se formó bajo la dirección de san Alberto el Grande y llegó a ser un profesor y un guía de fama universal entre los maestros del pensamiento de su época. Sus obras constituyen una amplia síntesis de los conocimientos de su empo y una visión intuitiva de solución a proble. nas que aún hoy siguen planteándose.
Juan XXIII, a pesar de su edad y de las circunstancias, es también un modelo de adaptación y de puesta al día en los tiempos excepcionales ue hemos vivido. Cuando los Padres del concilio decidieron que fuese el latín el instrumento lingüístico en todas las sesiones plenarias, nuestro papa se puso a estudiar latín para poder presidir los trabajos. En su diario, el día 9 de septiembre de 1962, leemos: «Cita con el P. Ciappi para preparar el discurso en latín y las reuniones que tengo que presidir». Y el 13 de septiembre de 1962 tenía una nueva cita para hablar en latín.