“Ustedes jóvenes deben pelear por su espacio hoy, porque la vida es hoy, nadie te puede prometer un día del mañana”.
Este fue el pensamiento que compartió el Papa Francisco ante la multitud reunida en el Campa San Juan Pablo II – Metro Park en la Santa Misa de Clausura de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) Panamá 2019.
Parece “Como si ser joven fuera sinónimo de sala de espera de quien aguarda el turno de su hora. Y en el ‘mientras tanto’ de esa hora, les inventamos o se inventan un futuro higiénicamente bien empaquetado y sin consecuencias, bien armado y garantizado con todo ‘bien asegurado’. No queremos ofrecerles a ustedes un futuro de laboratorio (…) tan solo porque consideramos o consideran que todavía no es su ahora; que son demasiado jóvenes para involucrarse en soñar y trabajar el mañana”.
“Porque ustedes, queridos jóvenes, no son el futuro. Nos gusta decir que son el futuro, no. Son el presente, ustedes jóvenes son el ahora de Dios. Él los convoca y los llama en sus comunidades, los llama en sus ciudades para ir en búsqueda de sus abuelos, de sus mayores; a ponerse de pie y junto a ellos tomar la palabra y poner en acto el sueño con el que el Señor los soñó”, señaló el pontífice.
“No mañana, ahora, porque allí, ahora, donde esté su tesoro allí estará también su corazón; y aquello que los enamore conquistará no solo vuestra imaginación, sino que lo afectará todo. Será lo que los haga levantarse por la mañana y los impulse en las horas de cansancio, lo que les rompa el corazón y lo que les haga llenarse de asombro, de alegría y de gratitud. Sientan que tienen una misión y enamórense, que eso lo decidirá todo. Podremos tener todo, pero queridos jóvenes, si falta la pasión del amor, faltará todo. La pasión del amor hoy y dejemos que el Señor nos enamore y nos lleve hasta el mañana.”
Porque “para Jesús no hay un ‘mientras tanto’ sino amor de misericordia que quiere anidar y conquistar el corazón. Él quiere ser nuestro tesoro, porque Jesús no es un ‘mientras tanto’ en la vida o una moda pasajera, es amor de entrega que invita a entregarse.”
El amor de Dios “es amor concreto, de hoy, cercano, real (…) es amor de misericordia que no espera situaciones ideales o perfectas para su manifestación, ni acepta excusas para su realización.”
El Papa Francisco finalizó invitando a los jóvenes a vivir en su vida diaria ese amor concreto, dando un “’sí’ que siga siendo la puerta de ingreso para que el Espíritu Santo nos regale un nuevo Pentecostés al mundo y a la Iglesia.”