Tú no crees en 'la otra vida', crees en 'la vida eterna'. La esperanza ya ha empezado a hacerla brotar dentro de ti. Y seguirá cultivándola hasta su granazón final (Card. Van Thuan).
Vive totalmente en el presente. Pero a la vez hunde totalmente tus raíces en la eternidad.
Preocúpate por la salvación de los demás, pero sin olvidar que sólo Dios puede hacerla realidad.
Avanza con todas tus fuerzas, pero al resplandor de la luz celestial.
Comprométete con el mundo, pero ámalo con un amor espiritual.
Pero todo eso carecerá de sentido si no llevas en el corazón la mayor de todas las esperanzas (Card. Van Thuan).
'Yo soy la vid, vosotros los sarmientos. El que permanece unido a mí, como yo estoy unido a él, produce mucho fruto, porque sin mí no podéis hacer nada' (Jn 15,5).
Jesús no nos pide que demos flores o frutos. Porque las flores y los frutos son el resultado de vivir unidos a él. En efecto, para que los frutos duren y lleven el sello de Dios, el que espera tiene que vivir unido a Jesucristo, y cuanto más unido viva a él más frutos dará. La expresión de Jesús «el que permanece unido a mí» no significa ese momento furtivo en que aparece el fruto, sino una disposición decidida y permanente.
Si tuviésemos la suerte de conocer a una persona así, a una persona que viviese íntimamente unida a Jesús, una sola de sus sonrisas, una sola de sus palabras o de sus actitudes, un gesto normal y corriente de su vida diaria bastaría para remover nuestro corazón, e incluso tal vez para ayudarnos a encontrar a Dios.
Evidentemente, para dar frutos, con mucha frecuencia hay que soportar tormentas y tempestades y superar muchos otros obstáculos en el camino.
María, una joven portuguesa, entró en la universidad, un ambiente difícil. La mayor parte de sus compañeros luchaban por sus ideas e intentaban arrastrar tras ellos a todos los que estaban aún indecisos o no habían elegido todavía su camino.
María conocía el suyo, y sabía que estaba bordeado de dificultades y que no iba a ser nada fácil. Pero guardaba su secreto. Sus compañeros la miraban como alguien sin ideales, sin convicciones profundas, pues no sabían nada de sus ideas. A veces se ponía colorada cuando la miraban los demás, sobre todo cuando entraba en la iglesia. Pero estaba decidida a vivir unida a Jesús Eucaristía.
Por las fiestas de Navidad, se dio cuenta de que unos cuantos de sus compañeros, debido a la distancia, no volvían a sus casas. Y propuso a los demás escotar entre todos para hacer un regalo a los que iban a verse privados de estar con sus familias. Y se quedó muy sorprendida cuando todos aceptaron su idea...
Poco después, hubo elecciones para el representante de clase. Y salió elegida María..., según ella por una extraña razón: porque ella sabía lo que quería, y lo que ella quería no era malo para los demás.