La historia de fe detrás de la película “La sociedad de la nieve”

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El 4 de enero, la plataforma Netflix estrenó La sociedad de la nieve, un filme que relata el accidente aéreo conocido como “La tragedia de Los Andes”, ocurrido en 1972 en la provincia argentina de Mendoza a un equipo de rugby uruguayo que viajaba a Santiago de Chile para disputar un torneo.

Los sobrevivientes de la tragedia permanecieron 72 días en medio del nevado, expuestos a temperaturas menores a 20 grados Celsius bajo cero, y lentamente se fueron quedando sin provisiones. La dramática situación a la que se enfrentaron los llevó a recurrir a la antropofagia, comiendo los cuerpos de los fallecidos para subsistir.

La historia, que conmocionó a la sociedad, fue llevada a la literatura y al cine en numerosas oportunidades, y aunque la última película, dirigida por el español Juan Antonio Bayona, le da un espacio secundario a la dimensión religiosa, los propios sobrevivientes han destacado en sus testimonios el valor que la fe católica tuvo para ellos como sostén mientras estuvieron en la cordillera.

Sus propios testimonios relatan que, durante el tiempo que pasaron en el nevado, rezaban juntos el Rosario diariamente. También en Montevideo, las madres de los jóvenes se reunían para rezar la oración mariana, incluso cuando las autoridades los habían dado por muertos y cesado su búsqueda.

Uno de los sobrevivientes, Gustavo Zerbino, relató que cada noche rezaban el Rosario, “un rito que nos daba paz y tranquilidad”. En su oración, pedían a Dios “que nos diera fuerza para afrontar lo que Él nos mandara”.

“Confiábamos en que íbamos a vivir y lo hicimos gracias a valores como la entrega, la solidaridad, el respeto y la humildad”, aseguró. Fue el mismo Zerbino quien, a fines de 2022, con motivo del 50° aniversario del accidente, convocó a un sacerdote argentino para regresar al lugar del accidente y celebrar allí una Misa.

“Rezar el Rosario todas las noches fortalecía la fe de todos nosotros y esta fe nos ayudó a resistir”, Carlos Páez Vilaró, otro de los sobrevivientes, según recoge el portal Un rosario por Chile. “Si conseguimos sobrevivir fue porque lo hicimos con espíritu de equipo, con mucha fe en Dios y la oración”, sostuvo.

La sociedad de la nieve, que desde su estreno ha tenido un gran éxito, ingresando rápidamente al top 10 de Netflix a nivel mundial, recoge sólo algunas de estas fuertes expresiones de fe, entre ellas los símbolos religiosos que llevaban los pasajeros entre sus pertenencias, escenas donde rezan juntos, o diálogos referidos a Dios.

En una de las escenas iniciales, algunos de los jóvenes asisten a una Misa, filmada en la centenaria parroquia Nuestra Señora del Perpetuo Socorro y San Alfonso, de Montevideo (Uruguay).

Antes de comenzar el rodaje, en la misma parroquia se celebró la Eucaristía para “orar por los actores, el éxito de la película y por quienes fueron los protagonistas de la historia real”, señaló la Arquidiócesis de Montevideo.

Tal vez la más significativa de las referencias a la fe católica que ofrece la película sea la frase que aparece en un papel que sostenía en sus manos el joven Numa Turcatti al morir: “No hay amor más grande que el que da la vida por sus amigos”, una adaptación del pasaje del Evangelio de Juan.

Turcatti no era parte del equipo de rugby, sino que había sido invitado por sus amigos al viaje. Luego del accidente, se convirtió en uno de los pilares para la supervivencia del grupo. Fue el último en morir, algo que marcó al grupo de tal manera y los impulsó a tomar la determinación de salir a buscar ayuda.

El 8 de diciembre de 1972, Solemnidad de la Inmaculada Concepción, mientras preparaban la que sería la última expedición, los sobrevivientes rezaron juntos a la Virgen.

El 12 de diciembre, Roberto Canessa y Fernando Parrado comenzaron a caminar hacia Chile, y luego de 10 días se encontraron con un arriero del lugar, que dio aviso a Carabineros. Los sobrevivientes fueron rescatados el 22 de diciembre.

La hazaña de los 16 jóvenes que pasaron más de dos meses en la nieve ha llegado a ser conocida mundialmente como “El milagro de los Andes”.