Este domingo pasado se ha celebrado Pentecostés, culminando los 50 días tras la Pascua. Es en este día en el cual celebramos la llegada del Espíritu Santo, y con Él, sus dones.
Dios Padre nos ha llenado de bienes incontables. Junto con la gracia, Dios adornó nuestra alma con las virtudes sobrenaturales y los dones del Espíritu Santo. Los dones del Espíritu Santo van conformando nuestra vida según las maneras y modos propios de un hijo de Dios que se guía ahora por el querer de Dios, y no por nuestros gustos y caprichos.
Por ello debemos tener en cuenta cuáles son los dones que nos ha sido otorgados:
Don de Inteligencia
Nos ayuda a descubrir con mayor claridad las riquezas de la fe.
Don de Ciencia
Nos lleva a juzgar con rectitud de las cosas creadas y a mantener nuestro corazón en Dios y en lo creado en la medida que nos lleve a Él.
Don de Sabiduría
Nos hace comprender la maravilla insondable de Dios y nos impulsa a buscarle sobre todas las cosas y en medio de nuestro trabajo y nuestras obligaciones.
Don de Consejo
Nos señala los caminos de la santidad, el querer de Dios en nuestra vida diaria, nos anima a seguir la solución que más concuerda con la gloria de Dios y el bien de los demás.
Don de Piedad
Nos mueve a tratar a Dios con la confianza con la que un hijo trata a su Padre.
Don de Fortaleza
Nos alienta continuamente y nos ayuda a superar las dificultades que encontramos en nuestro caminar hacia Dios.
Temor
Nos induce a huir de las ocasiones de pecar, a no ceder a la tentación, a evitar todo mal que pueda contristar al Espíritu Santo, a temer radicalmente separarnos de Aquel a quien amamos y constituye nuestra razón de ser y vivir.