El más bello de tus instantes: el momento presente. En él puedes vivir el amor de Dios en toda su plenitud.
El más bello de tus instantes: el momento presente. En él puedes vivir el amor de Dios en toda su plenitud. Tu vida sería maravillosamente bella si estuviese formada por millones de momentos, todos ellos admirables. ¿Ves qué fácil? (C. E 996).
El P. Gonza contaba la siguiente historia:
«Yo era un obrero y tuve ocasión de ir a llevar suministros a un campo de prisioneros del fascismo. En este campo había unos quinientos prisioneros, obispos, delegados episcopales, arciprestes, párrocos y coadjutores..., todos ellos condenados a una total inacción. Y pensaba encontrarme con personas descorazonadas, hastiadas, desesperadas, y cuyo mayor suplicio sería el de dejar sin pastor a miles y miles de fieles. Pero no. Me decían: "Vivimos con Jesús y le seguimos aquí. Naturalmente que abandonar a nuestras ovejas es un dolor muy grande para nosotros, sus pastores. Pero hacemos lo que Dios quiere, y no lo que queremos nosotros, y estamos convencidos de que Dios se ocupa de ellas en nuestro lugar. Nuestra única obligación aquí es vivir en el amor y vivir el Evangelio. Como nuestros guardianes son testigos de nuestro amor entre nosotros y hacia ellos, han acabado por ser amables con nosotros"».
Y el mismo P. Gonza proseguía:
«Una vez fui a ver a un sacerdote condenado a prisión y le pregunté si sufría. Me contestó: » —Sí, naturalmente. Es triste y doloroso estar sin hablar todo el día, un mes tras otro y un año tras otro. Pero he terminado aceptándolo todo. Cuando me dan pan y vino, celebro misa, Si no, tengo continuamente el Santísimo Sacramento en el bolsillo y vivo unido a Jesús durante todo el día. Y si no tengo nada más, hago la voluntad de Dios y me consuelo, porque, aunque no celebre misa ni realice ningún trabajo pastoral, aún puedo vivir con Cristo en la cruz. Canto durante todo el día y medito su palabra, oyéndole hablar y hablándole yo a él. Y a pesar de mi dolor, sigo viviendo todos los momentos, y me parece que son los mejores de mi vida. Nunca he celebrado la santa misa ni adorado al Santísimo Sacramento con tanto fervor como ahora».