No importa lo que haces, sino cómo lo haces (Card. Van Thuan).
El sudor y las lágrimas dan valor a las cosas pequeñas; el cariño da quilates a los objetos más corrientes. Un hijo afectuoso por nada del mundo cambiaría su viejo jersey por otro más caro. Cada punto de su viejo jersey constituye para él una prueba del cariño de su madre (Card. Van Thuan).
Aunque fueses mártir y «entregases tu cuerpo a las llamas», aunque fueses apóstol y «predicases en todas las lenguas de los hombres y de los ángeles», aunque te dedicases a todas las obras de misericordia «y repartieses en ellas todos tus bienes», «si te falta el amor no eres nada» (1 Co 13,2-3).
El P. Trouchta, un patriota checo arrestado por la policía del régimen hitleriano, fue ejecutado una noche con varias docenas de prisioneros. En el camión que transportaba los cadáveres al horno crematorio, recobró el conocimiento y observó que no tenía más que una pierna rota. Aprovechando la reducción de la velocidad en una curva, se deslizó hasta la carretera y se fue arrastrando hasta refugiarse en la cuneta, donde lo encontraron al día siguiente unos amigos. Una vez curado, la Santa Sede lo nombró obispo y gobernó su diócesis como celoso pastor, asistiendo también a las sesiones del Sínodo de obispos en Roma.
Sus diocesanos lo llamaban «el obispo lechero». Y es que todas las mañanas se iba con su camioneta a recoger la leche que distribuía a los clientes, y luego devolvía a la fábrica los recipientes vacíos, antes de decir misa y dedicarse a sus ocupaciones pastorales.
Nombrado cardenal in pectore por Pablo VI, junto con otro obispo, fue recibido solemnemente en Roma poco después, en la primera ocasión propicia, y recibió el capelo cardenalicio de manos del papa.