Un simple sonrisa puede cambiar al mundo. Esta historia lo demuestra.
¿Por qué no estás de buen humor? Seguro que entre tu alma y Dios hay algo que no marcha. Examínate y enseguida te darás cuenta de que es así (Card. Van Thuan).
Había una vez una monja que pensaba que su vida estaba demasiado plagada de ocasiones para ponerse de mal humor y para faltar a la caridad.
A base de mucho visitar la capilla, un día encontró una forma para reducirlas. Cada vez que se presentase un momento difícil, se diría a sí misma: "Tengo que sonreírle".
Al levantarse por la mañana, comenzaba por recordarse a sí misma: "Tengo que sonreírle...".
A lo largo del día, a cada encuentro desagradable, no dejaba de repetirse: "Tengo que sonreírle...".
Al cabo de poco tiempo, acabó encontrando el ambiente mucho menos desagradable de lo que antes le parecía.