El secreto para vivir en santidad se encuentra en que “toda actividad, grande o pequeña, sea vivida en unión con Jesús y con actitud de amor y de servicio”.
“Para ser santos ‘no es necesario ser obispos, sacerdotes, religiosos o religiosas (…). Todos nosotros, todos, somos llamados a ser santos viviendo con amor y ofreciendo cada uno su propio testimonio en las ocupaciones de cada día, ahí donde se encuentra’”, afirmó el Papa Francisco antes del rezo del Regina Coeli este domingo pasado.
“Toda actividad –el trabajo y el descanso, la vida familiar y social, el ejercicio de las responsabilidades políticas, culturales y económicas–, toda actividad, sea pequeña, sea grande, si es vivida en unión con Jesús y con actitud de amor y de servicio, es una ocasión para vivir en plenitud el Bautismo y la santidad evangélica”.
El secreto para vivir cualquier momento en santidad se encuentra en “permanecer en el Señor para encontrar el valor de salir de nosotros mismos, de nuestras comodidades, de nuestros espacios restringidos y protegidos, para adentrarnos en el mar abierto de las necesidades de los demás y dar amplio respiro a nuestro testimonio cristiano en el mundo”.
“Este coraje de salir de sí mismos y de adentrarse en las necesidades de los demás nace de la fe en el Señor Resucitado y de la certeza de que su Espíritu acompaña nuestra historia”, explicó el pontífice, añadiendo que “uno de los frutos más maduros que brota de la comunión con Cristo es, de hecho, el compromiso de caridad hacia el prójimo, amando a los hermanos con abnegación de sí, hasta las últimas consecuencias, como Jesús nos amó”.
Por ello “el dinamismo de la caridad del creyente no es fruto de estrategias, no nace de solicitudes externas, de instancias sociales o ideológicas, sino del encuentro con Jesús y del permanecer en Jesús”.
Asimismo, explicó que “cuando se es íntimo con el Señor, se es capaz de dar frutos de vida nueva, de misericordia, de justicia y de paz, que derivan de la Resurrección del Señor. Es lo que hicieron los santos, aquellos que vivieron en plenitud la vida cristiana y el testimonio de la caridad, porque eran verdaderos sarmientos de la vid del Señor”.
El Papa Francisco concluyo su reflexión diciendo: “Nada, de hecho, podemos sin Él, porque nuestra vida es Jesús vivo, presente en la Iglesia y en el mundo”.