Error: No articles to display
Se trata de seguir el ejemplo del Señor y de amar hasta olvidarse uno de sí mismo por los demás, de darse por entero para entrar en comunión con los demás...
Recuerdo de la ocasión en la que el papa Pablo VI hizo una visita oficial a la India donde conquistó el corazón de todos sus habitantes.
No me digas que escuchas la voz de tu conciencia. ¿Tienes aún una conciencia a la que seguir? (C.E. 109).
Los extraviados, los que no saben a dónde van, caminan sin esperanza. El hombre que se acerca a su meta espera. Tú vas al encuentro de Dios, el Señor misericordioso que te espera y colmará todos tus deseos.
El tiempo de la oración es la hora de las confidencias con Dios, nuestro Padre: no hagas discursos. Es la hora en que habla el corazón. Deja a un lado los razonamientos. No te devanes los sesos para elaborar una conferencia (C. E 142).
Alimenta en tu interior este deseo: «En la tierra como en el cielo» (Mt 6,10)... Esfuérzate por hacer realidad este deseo, y acercarás a todos ya en esta tierra la felicidad del paraíso.
Pero nada puede igualar a la fuerza persuasiva de la vida de un hombre de carne y hueso, si todos sus actos la refuerzan, si viene acompañada por el testimonio de grupos enteros de hombres y de familias que viven juntos un mismo ideal.
¿Eres tú uno de esos católicos devotos que rondan en torno a las sacristías? Se creen «espíritus puros», y no son ni espíritus, ni santos, ni hombres.